jueves, 27 de julio de 2006

Hubiera sido tanto más fácil si...

Esta mañana tuve una discusión que me amargó por varias horas...me costó mucho sacarme de encima la capa de rabia que me cubría...los pensamientos negativos venían a mi mente una y otra vez, hice lo posible por no subirme a su tren, pero ¡¡Pasaban y pasaban por mi estación!!
Rememorando el problema y buscando la manera de no llegar nuevamente a eso, llegué a lo siguiente: todo hubiera sido diferente si con la otra persona nos hubiéramos puesto de acuerdo antes de que las cosas sucedan, no después. Cada uno por su parte dejó un espacio de acción y de decisión que llenó con sus propias expectativas. Y claro, eran distintas e incompatibles y sobrevino el conflicto al contrastarlas. La frustración es la madre de la rabia y de ahí se desencadenó todo.
Hubiera sido tanto más fácil haber dicho antes: Ok, ¿cómo haremos esto mañana? así, asá, no, así, en fin, coordinarlo.
Que me sirva de lección: los espacios vacíos suelen ser llenados por el mal.

Lucas

sábado, 15 de julio de 2006

El camino de las artes marciales

Porque he cometido todos los errores, porque he perdido la senda muchas veces, puedo decir esto: si se quiere practicar artes marciales seriamente, hay tres requisitos que son ineludibles.

1) Hay que tener un maestro.
2) Ese maestro debe tener un linaje marcial.
3) Hay que entrenar todos los días.


Hay que tener un maestro porque de lo contrario uno puede correr el riesgo de llegar a creer que es bueno, que ya llegó, que ya sabe. Esa es la muerte en el camino del conocimiento. Es necesario una vara alta, un nivel de exigencia mayor, un parámetro siempre más elevado que el de uno mismo.

Ese maestro debe tener un linaje marcial. Si deseas profundizar en la tradición, formar parte del campo energético que las generaciones han acumulado con los siglos, tu maestro debe tener un linaje claro, comprobable, transparente. Maestros misteriosos que vinieron y se fueron del país, templos ocultos en los que se ha estado, escuelas secretas y cosas raras deben hacerte desconfiar de tu profesor. Si se sabe, es porque se aprendió con alguien serio. Y si se aprendió con alguien serio, uno lleva eso con orgullo y responsabilidad, no oculto entre brumas y cosas raras.

Hay que entrenar todos los días. No es posible avanzar seriamente tomando las artes marciales como hobby. Si quieres adelgazar, bien. Sin quieres distraerte, bien. Si quieres aprender a defenderte, con tres veces por semana es suficiente. Pero si quieres hacer del arte un eje en tu vida, debes entrenar todos los días. Si no sabes lo que es comenzar un entrenamiento con los músculos adoloridos del trabajo del día anterior o de las horas previas, no sabes lo que es practicar artes marciales todavía.

Si pudiera agregar una cosa más, sería viajar a la fuente del arte que uno estudia. Para un discípulo de las artes guerreras, inclinarse ante el mismo altar de sus ancestros significa cerrar un círculo, sellar un compromiso, adquirir un nuevo sentido en su arte. Claramente, todo esto se puede lograr sin moverse del país. Pero si uno puede hacerlo, es un momento imborrable.

martes, 11 de julio de 2006

El camino y sus ramas

Sólo el trabajo sostenido en una dirección llega algún día a dar frutos.
Andar revoloteando como picaflor puede ser entretenido, pero nunca nos permitirá llegar al fondo del camino, a reconocer la trama de nuestra senda de desarrollo espiritual.

Cuando uno tiene un camino genuino y lo sigue con corazón, prontamente se da cuenta de que en él hay mucho más de lo que puede llegar a aprehender a lo largo de toda su vida. En ese sentido, un camino interior puede llegar a ser angustiante.
Cuando uno sigue un camino falso y lo hace sin pasión siquiera, se ve constantemente obligado a echar mano a una y otra cosa, a desviarse, ir a otras artes o disciplinas a pedir prestados algunos parches para tapar los hoyos que su pobre sendero tiene. En ese sentido, un camino interior puede llegar a ser angustiante.

Un camino real no tiene etapas, grados, metas, títulos ni fin.
Un camino artificial está lleno de estructuras, diplomas, etapas, certificados y una meta a lograr.

Un camino genuino vale la pena ser transitado.
Un camino falso no merece ni siquiera ser considerado.

martes, 4 de julio de 2006

Estoy donde quiero estar

Estos últimos días ha estado resonando una frase en mi mente/corazón. La frase es sencilla, pero tremenda. Breve, pero contundente. El pronunciarla, marca un punto de inflexión en mi vida… me retrotrae a la sensación que tuve cuando llegué a pequeña terraza situada ante la cueva de Damo (Boddhidharma) en las montañas de Shaolin. Es sencillamente ésta:

“Estoy donde quiero estar”.

A mis 37 años, estoy exactamente donde quiero estar. Lo que hace unos años eran sólo sueños y proyectos, hoy son una realidad que se despliega ante mis ojos, día a día, estación tras estación. He encontrado una mujer maravillosa, tengo un hijo bello y dulce, estoy transitando los caminos de conocimiento que más me apasionan, me gano la vida haciendo algo que me hace feliz y además les sirve a otros. No puedo pedir más.

¿Será que de aquí en adelante la vida solo trae maduración más que nuevos golpes de timón? Quisiera pensar que no, que siempre soy libre de comenzar cosas nuevas, de emprender proyectos que ni siquiera pasan por mi mente ahora, que en determinado momento puedo dejarlo todo y partir con una mochila al hombro y perderme por los caminos.

No lo sé.

Y no quiero saberlo tampoco.

Me sentaré a escuchar el susurro del viento y a seguir sus consejos.

Lucas sentado.